Homilía fiesta Santa Marta 2020

Santa Marta de Tormes, 29 julio 2020
Queridos amigos:
La fiesta de Santa Marta de este año tiene un sello especial. Con un programa reducido de actividades festivas, pero con el orgullo de sentirnos santamartinos, como lo atestiguan las camisetas de las peñas en el balcón del ayuntamiento. Con una misa sin procesión y sin el momento posterior del compartir, pero con un nutrido grupo de autoridades y vecinos que representan a todo el pueblo.
Celebramos esta fiesta en el año más difícil que nunca hubiéramos imaginado. La pandemia del coronavirus nos sorprendió a todos, al principio creímos que era una enfermedad extraña que afectaba solo a países lejanos, y cuando quisimos darnos cuenta estábamos todos confinados… Desde mitad de marzo hasta hoy han sido meses duros, de miedo al contagio, de preocupación por los hospitalizados y dolor por los fallecidos, que han sido muchos en nuestro pueblo. Y luego de desazón por la lenta desescalada y de incertidumbre por las consecuencias económicas y laborales que ya estamos padeciendo.
En medio de todo esto, Dios nos habla a través del Evangelio y de la vida. La primera lectura que hemos proclamado es una Palabra de esperanza. Es del libro del Apocalipsis, escrito al final del siglo primero, en un tiempo de persecución y amenaza de muerte para las comunidades cristianas. En ese contexto difícil, Dios les habla -y nos habla a nosotros hoy- de cercanía y de apoyo en la dificultad. Les dice que no estamos solos, que él acampa entre nosotros y que está cerca justo en este momento tan complicado, para acompañarnos –“Yo seré su Dios y él será mi hijo”– y para ayudarnos a salir adelante –“Al que tenga sed, yo le daré de la fuente de agua viva”-. Dios trae a nosotros cercanía y apoyo, para que tengamos vida y la compartamos con otros.
El mismo mensaje lo encontramos en este Evangelio del encuentro entre Jesús y Marta. Aunque ya conocido, hoy nos resuena de una forma nueva. Nos habla de un pueblo, Betania, y de una casa, la de Marta y su familia, donde la santa acoge y sirve a Jesús. Acogida y servicio, esa es la marca de nuestra patrona. Y en estos meses, aquí en el pueblo de Santa Marta de Tormes, hemos vivido muchas historias de acogida y solidaridad, de las que he sido testigo, y que son el mejor homenaje a nuestra patrona… Recuerdo a una mujer en una casa donde son cuatro, pero a uno le pilló el estado de alarma en otra ciudad, con otros familiares. Al lado de esta mujer vivía una persona mayor y enferma, que estaba sola porque los hijos viven fuera de Salamanca. La mujer se dijo: “mi vecina está sola y yo estoy acostumbrada a cocinar para cuatro”. Y durante todo el confinamiento, cada día le llevaba una ración de comida a su vecina, que ha quedado agradecida para toda la vida… Y como esta historia ha habido cientos. Son historias actuales, de acogida y solidaridad vecinal, que reviven la historia de Marta.
El final del evangelio de hoy también ilumina nuestro momento. Jesús le dice a Marta que no viva agobiada por los quehaceres, porque si no se perderá “la mejor parte”… Quizá durante el confinamiento, también a nosotros, Jesús nos ha hablado de eso: ¿Qué es lo importante de la vida, que quizá estábamos descuidando?… En este tiempo estamos descubriendo algunos valores de fondo. Por ejemplo, la humildad: ahora nos reconocemos más vulnerables y necesitados de lo que creíamos. El agradecimiento: hemos descubierto que la salud y la vida son regalos por los que dar gracias a Dios cada día. La solidaridad: la pandemia afecta a todos en todo el mundo y la adversidad compartida nos hermana más que nunca. La esperanza: en un mundo tan revuelto y cambiante, solo podremos enfrentar el futuro si nos contagiamos de esperanza… Humildad y agradecimiento, solidaridad y esperanza. Junto a nuestra patrona, acojamos estos valores esenciales, para vivir los meses que tenemos por delante. ¡Viva Santa Marta!
Vuestro párroco, Mariano